Extracto de "Respuestas a Mis Amigos Católicos", páginas 5-11

Copyright © 1996 por Thomas F. Heinze. Reproducido con permiso.

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¿Celebran Ustedes la Misa Como la Iglesia Católica?

Esta pregunta es muy importante, puesto que la misa es el corazón de la mayoría de las reuniones catolicorromanas. Los evangélicos celebran la Santa Cena, llamada también comunión, que aunque se asemeja a la misa, no es lo mismo. La forma externa de la misa ha sido modificada de modo que sea más similar a nuestro servicio de Santa Cena que cuando la decían en latín, pero aún permanecen las diferencias en su significado básico.

La doctrina católica romana de la misa fue establecida en el Concilio de Trento, que afirmó, entre otras cosas, que es “un sacrificio de expiación... de los pecados y el castigo por los pecados... no sólo por los que viven, sino también por las pobres almas que están en el Purgatorio” (Ludwig Ott, Fundamentals of Catholic Dogma [Fundamentos del Dogma Católico], pp. 412-413). De este modo la iglesia romana enseña que el sacrificio de Cristo se renueva en la misa, y que cada vez que se dice la misa, esta renovación de Su sacrificio añade algo de mérito que puede valer para la salvación de las personas. Cuando se celebra misa por los muertos, supuestamente se reduce el tiempo que deberán sufrir en el purgatorio por sus pecados, pero se desconoce cuánto se reduce.

En la práctica, a muchas personas —probablemente a la mayoría en gran parte de los países católicos romanos— se les ha enseñado que después que muere un miembro de la familia, deben dar a los sacerdotes, poco más o menos, ofrendas sin fin por misas para acortar el tiempo que pasará el ser querido en el purgatorio. Esto es particularmente trágico para las viudas, porque con frecuencia son pobres y muy religiosas. Aunque muchos sacerdotes no están de acuerdo con esta doctrina, e inclusive no aceptan ofrendas para celebrar la misa en estas condiciones, otros nos hacen pensar en la advertencia de Cristo en las Escrituras: Cuídense de los maestros de la ley que gustan pasear con amplias vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y en los banquetes. Incluso se tragan los bienes de las viudas mientras se amparan con largas oraciones. ¡Con qué severidad serán juzgados! (Marcos 12:38-40). En Italia, el corazón del catolicismo romano, hay un dicho que se usa frecuentemente cuando alguien quiere decir: “Sólo recibes aquello por lo que has pagado”. Traducido palabra por palabra es: “Sin dinero, no cantan la misa”.

¿Se Transforman el Pan y el Vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo?

Como fundamento para la enseñanza de que el sacrificio de Cristo puede y debe renovarse en la misa, la doctrina católica romana sostiene que el pan y el vino usados en la comunión se transforman por un milagro. Este milagro no es evidente, es decir, las sustancias todavía tienen la apariencia de pan y vino. Sin embargo, la doctrina católica insiste en que realmente se convierten en la carne y la sangre de Jesús, y que ya no son pan y vino. Este supuesto milagro es llamado transubstanciación. Se basa en una tradición que se introdujo en la iglesia gradualmente, y fue aceptada como doctrina por el Concilio Laterano de 1215 d.C. Fue después de esto, alrededor de 1226 d.C., cuando los católicos comenzaron a reverenciar el pan. Una vez que la iglesia aceptó esta tradición, intentó dar a la práctica la apariencia de base bíblica con una extraña interpretación de las palabras de Jesucristo: Y después de dar gracias lo partió, diciendo: “Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía.” De la misma manera, tomando la copa después de haber cenado, dijo: “Esta es la Nueva Alianza en mi sangre. Siempre que beban de ella, háganlo en memoria mía” (1 Corintios 11:24-25). La interpretación católica es que el pan y el vino que Cristo sostuvo en Su mano, por un milagro se transformaron en Su cuerpo.

Algunos tratan de reducir esta enseñanza sencillamente a un asunto de interpretación literal o figurativa del pasaje. Sin embargo, es más. Por favor, note que cuando Jesucristo dijo estas palabras, El estaba frente a sus discípulos, con su cuerpo, sosteniendo el pan y el vino. Por tanto, está claro que las palabras esto es mi cuerpo debían entenderse simbólicamente. No puede haber duda al respecto, porque después de decir, esto es mi cuerpo, lo llamó pan tres veces, lo cual no habría hecho si en ese momento ya no hubiera sido pan, sino que se hubiera convertido literalmente en Su cuerpo (cada vez que comen de este pan, 1 Corintios 11:26-28). Puesto que Cristo llamó a la sustancia pan y cuerpo, debió estar hablando simbólicamente ya sea cuando lo llamó pan o cuando lo llamó cuerpo. La pregunta no es, “¿debemos interpretar el pasaje literal o simbólicamente?” La pregunta es, “¿cual porción del pasaje debemos interpretar literalmente, y cuál debemos interpretar simbólicamente?” ¿Habló literalmente Cristo cuando llamó cuerpo a la sustancia que tenía en Su mano, o cuando lo llamó pan? Uno u otro tuvo que haber sido simbólico. La única otra posibilidad es que el pan se haya transformado en cuerpo, y luego nuevamente en pan.

Encontramos una afirmación similar en Marcos 14:25, cuando Jesús llamó al vino, jugo de la uva, después de que, de acuerdo a la doctrina católica, ya no debería haber sido jugo de la uva, sino que debería haberse transformado por completo en la sangre de Cristo. Si se hubiera transformado literalmente en sangre, ¿no lo habría llamado Jesús sangre en lugar de jugo de la uva? El también dijo: Yo soy la puerta. ¿No quiso decir que por medio de El tenemos entrada en el cielo, en lugar de que la sustancia de su cuerpo se había transformado en madera?

Más importante aún es el hecho de que en la misa, en el momento en que debería ocurrir el milagro, ¡nada sucede! En comparación, Cristo cambió el agua en vino. En este caso fue evidente para todos que ya no era agua, sino que realmente se había transformado en vino: El mayordomo probó el agua cambiada en vino, sin saber de dónde lo habían sacado; los sirvientes sí que lo sabían, pues habían sacado el agua. Llamó al esposo y le dijo: “Todo el mundo pone al principio el vino mejor, y cuando todos han bebido bastante, se sirve un vino inferior; pero tú has dejado el mejor vino para el final” (Juan 2:9-10). Piense en los otros milagros de Cristo. Cuando sanó al paralítico y al cojo, ¿continuaron mintiendo ellos como si nada hubiese sucedido?

No perdamos de vista el verdadero propósito del servicio de comunión. Cristo ni una sola vez dijo a sus discípulos que nuevamente ofrecieran en sacrificio el cuerpo de El; más bien les dijo dos veces que participaran de esa cena en memoria de El (1 Corintios 11:24-25). Honramos a Cristo haciendo lo que El nos ha ordenado.

¿Puede Renovarse el Sacrificio de Cristo?

Con estos pasajes bíblicos como trasfondo, estamos listos para examinar la poderosa evidencia de Hebreos 10:10-18. Le animo a estudiar también los capítulos anteriores, no sólo para que compruebe que no estoy tomando versículos fuera de su contexto para cambiar el significado, sino porque los capítulos siete y nueve también tratan este tema.

Hebreos 10:10 nos dice de modo terminante que no puede renovarse el sacrificio de Cristo. Los sacerdotes permanecen a diario de pie, para cumplir su oficio, y ofrecen repetidas veces los mismos sacrificios que nunca tienen el poder de quitar los pecados. Cristo, por el contrario, ofreció por los pecados un único sacrificio y se sentó para siempre a la derecha de Dios (vea también Romanos 6:9-10). En base a este versículo, está claro que no hay necesidad ni posibilidad de otro sacrificio, porque dice que el cuerpo de Cristo fue sacrificado una vez. Sin embargo, el pasaje no se detiene aquí, sino que declara aun con más detalle y claridad: Los sacerdotes permanecen a diario de pie, para cumplir su oficio, y ofrecen repetidas veces los mismos sacrificios que nunca tienen el poder de quitar los pecados. Cristo, por el contrario, ofreció por los pecados un único sacrificio y se sentó para siempre a la derecha de Dios (Hebreos 10:11-12). Aquí se presenta a Jesús en contraste con los sacerdotes hebreos que ofrecían sacrificios repetidos. ¿Cuál es la diferencia entre ellos y Jesús? Jesús no está ofreciendo repetidas veces los mismos sacrificios, sino que ofreció un sacrificio que fue suficiente. Al morir en la cruz, El dijo: “Todo está cumplido”. Según estos versículos, ¿qué lugar tiene la diaria renovación del sacrificio de Jesús en la misa? ¡Ninguno! Los contradice. Es exactamente lo opuesto.

La última parte de este pasaje da una razón por la que el sacrificio de Cristo no puede repetirse. Se sentó para siempre a la derecha de Dios. Esta afirmación concuerda completamente con la explicación de la Biblia, de que mientras sus discípulos veían, Jesús fue levantado y una nube lo ocultó a sus miradas (Hechos 1:9). ¿Dónde está Cristo ahora? Fue al cielo, y allí, como dice el pasaje, se sentó para siempre a la derecha de Dios. Para siempre significa que El aún está allí (vea Hechos 3:21).

Muchos creen que el cuerpo de Cristo está en la hostia consagrada que está en el tabernáculo o altar de toda iglesia católica, y se arrodillan ante ella cada vez que pasan por ese lugar. Si esto fuera verdad, tal vez su sacrificio podría renovarse, pero la Biblia dice claramente que El ofreció un solo sacrificio, el cual fue suficiente para nuestra completa salvación, y que ahora su cuerpo está en los cielos. Nosotros debemos comer el pan y beber el vino en memoria de El (1 Corintios 11:24-25).

Una de las cosas que recordamos es Su sacrificio único y suficiente. Arrodillarse delante del pan es idolatría, porque es pan, no Jesucristo. Además, si nos confundimos y pensamos que la hostia es Cristo, podemos perder el significado de la comunión y no lo haremos en memoria de El.

La doctrina católica de la repetida renovación del sacrificio de Cristo impide que muchos vayan al cielo, porque infiere que el sacrificio de Cristo en la cruz por nuestros pecados fue insuficiente. De lo contrario, ¿por qué necesitaría repetirse muchas veces?

La idea de que el sacrificio de Cristo no fue suficiente se usa entonces para llevarnos a creer que la persona que muere debe sufrir en el purgatorio. Allí deberá pagar por sus pecados hasta que Cristo haya sido ofrecido las veces suficientes para alcanzar los méritos necesarios para pagar por completo. Sin embargo, nuestro pasaje de Hebreos 10 no deja duda alguna al respecto. En el versículo 14 dice: Con su única ofrenda llevó a la perfección para siempre a los que hizo santos. Pongamos nuestra confianza en Cristo y en su capacidad para hacernos perfectos con su única ofrenda, en lugar de negar Su salvación al considerar que Su sacrificio fue insuficiente.

Unas líneas más abajo, en Hebreos 10:17-18, se añade otra promesa importante: No me acordaré más de sus errores ni de sus pecados. Pues bien, cuando los pecados son perdonados, ya no se presentan ofrendas por el pecado. El sacrificio de Cristo se hizo cargo de nuestros pecados en forma tan completa que Dios puede perdonarlos y olvidarlos. Entonces, ¿dónde está el purgatorio? ¡Por cierto la Biblia no lo enseña! Enseña más bien que cuando confiamos nuestra salvación a Jesucristo, quien pagó por nuestros pecados con un solo sacrificio, Dios los perdona y los olvida. Quienes tratan de llegar al cielo por algún otro medio van al infierno. La Biblia no da lugar a ningún punto intermedio.

¡Esta verdad maravillosa nos llama a tomar acción! ¿Por qué no se detiene un momento? Dé gracias a Dios porque el sacrificio único de Cristo fue suficiente. Confíe en El para alcanzar salvación, y crea en Su promesa de que Dios realmente perdonará y olvidará todos sus pecados. Cuando los pecados son perdonados, ya no se presentan ofrendas por el pecado.